Sinceramente, es muy difícil notar una diferencia en el día a día. Creo que hoy todos los smartphones de gama alta (incluidos los modelos Android) ofrecen un buen rendimiento. Sí, puede que las páginas se carguen una milisegundos más rápido y que las transiciones vayan un poco más fluidas pero estamos en un nivel ya en el que resulta muy difícil apreciar diferencias.
El chip A8 tiene más potencia gráfica que su antecesor, como manda la ley de Moore, pero parte de la potencia ganada se emplea en mover la mayor resolución de la pantalla. En general, la experiencia de uso es similar a la del iPhone 5s (es decir, muy buena). Los juegos de esta generación tendrán mejores gráficos pero parte del mérito será de Metal, un nuevo lenguaje de programación que permitirá exprimir mejor la GPU del iPhone.
Las nuevas configuraciones de 16, 64 y 128 GB de memoria son una maniobra bastante fea, un intento de forzar la compra del modelo intermedio y que así suba el precio medio de venta del terminal, que es la cifra en la que se fija todos los trimestres Wall St. Pero es un castigo injusto para el usuario. 16 GB se quedan muy cortos.
